Los números que forzaron la resignación de Martín

09:26h

Es cierto que Marcelo Orrego lo necesita a Fabián Martín en la Legislatura como armador político y que difícilmente encuentre otra figura con esa muñeca para cuidar la precaria mayoría que mantiene a raya al peronismo uñaquista. Es cierto que esa fue una de las razones para retenerlo al vice en San Juan y que no se vaya al Congreso. Pero hubo otro motivo, directamente vinculado al resultado de las elecciones del 26 de octubre.

Lo reveló una fuente del oficialismo provincial a este periodista, en el más estricto off the record. Si se hubiera cumplido el pronóstico de las encuestas y Martín hubiera ganado las elecciones, incluso con una ventaja tan importante como para meter dos diputados nacionales, no menos de cinco legisladores del peronismo estaban dispuestos a abrir bloque propio.

Entre ellos, el vallisto Omar Ortiz y el cegetista Eduardo Cabello, según esta fuente.

Es decir, se hubiera achicado notablemente el poder de fuego del uñaquismo en la Legislatura, alentado por el contundente respaldo popular que presuntamente iba a demostrar el orreguismo en las urnas. Pero no sucedió.

Martín quedó segundo, el peronismo con Cristian Andino logró el primer puesto y el libertario Abel Chiconi creció tanto que le sacó muchos votos al vicegobernador. Así quedó sellado nuevamente un reparto de tercios y la moneda quedó en el aire.

Ese pinino motivó que los cinco peronistas que estaban dispuestos a abrir bloque propio recularan. Se quedarán en la bancada uñaquista. Tienen motivos para suponer que puede haber un cambio de ciclo en 2027, si continúa la división entre orreguistas y libertarios. Los 34 puntos de Andino demostrados hace cuatro domingos fueron muy inquietantes. Son pocos para ganar una gobernación, pero al oficialismo no le fue mejor tampoco. Está para cualquiera.

Si Martín se iba al Congreso, en este escenario, tendría que asumir la presidencia de la Legislatura un diputado del orreguismo. Sería, además, el virtual nuevo vicegobernador. Cada vez que Orrego viajara, quedaría al frente del Poder Ejecutivo. Eso implicaría que el oficialismo perdería un voto en el recinto. La oposición peronista tiene mucha habilidad para olfatear la debilidad.

Los números de repente se volvieron en contra. De una migración de diputados uñaquistas a un nuevo bloque colaborador y dialoguista, se pasó a un escenario de achicamiento del oficialismo en la Legislatura. Era inadmisible. La resignación de Martín, que se quedara como presidente nato de la Cámara de Diputados, se convirtió en un imperativo. Ya no una opción sino una obligación.

Así lo confesó un dirigente muy involucrado en estas conversaciones.

El reemplazo inmediato de Martín en el Congreso era el bloquista Federico Rizo. Tampoco era viable activar esa sucesión, porque Rizo entró en la lista del uñaquismo. Luego, su vacancia hubiera significado el ingreso de otro voto opositor. Descartado absolutamente.

La opción final era activar a Carlos Jaime, un santaluceño orreguista de paladar negro, cuya ausencia de la Legislatura permitirá el ingreso de una figura absolutamente identificada con Orrego: se trata nada menos que de su secretaria privada, Marcela Montaña.

Para entender la magnitud de su cercanía, podría decirse que Montaña es para Orrego lo que fue Graciela Seva para José Luis Gioja, o Luis Rueda para Sergio Uñac. Ella tomará el lugar de Jaime en la Legislatura. Y Jaime desembarcará en el Congreso, como soldado indubitado del gobernador.

Martín tuvo que resignar la banca y pagar el costo político de haber sido un candidato testimonial. Le tocará cargar con ese estigma al menos un tiempo. No podrá zafarse de ese señalamiento en 2027, cuando termine su mandato como vice y pueda competir nuevamente por otro cargo electivo.

Pero, ante todo, disciplina partidaria. No será el primero ni el último dirigente político que se acomodó al contexto. Se llama pragmatismo.

Paradójicamente, quedó de lado la vieja sospecha de la interna sorda entre orreguismo y martinismo. El vice derribó dos mitos. El primero decía que Orrego lo quería lejos y por eso lo mandaba a Buenos Aires. El segundo decía que Martín estaba dispuesto a montar una interna para disputarle la conducción al gobernador al poco andar. Nada de eso sucedió.

Que Martín se quede en la Legislatura es garantía de la confianza del gobernador. En la historia democrática de San Juan, hubo un par de ejemplos atemorizantes: Juan Carlos Rojas versus Jorge Escobar en los ’90 y Wbaldino Acosta versus Alfredo Avelín a comienzos de este siglo. El vice puede ser mucho más que el encargado de tocar la campanita en la Legislatura. Su lealtad es siempre un activo invaluable. Como la de Martín.

PELADO STREAM

Daniel Tejada
hola@peladostream.com.ar
Sin comentarios

Comentar