24 Oct 09:35h
Este domingo no solo se sabrá quiénes serán los tres nuevos diputados nacionales por San Juan para el periodo 2025-2029. También tendrán reemplazo los tres legisladores que asumieron en 2021: los dos justicialistas Walberto Allende y Fabiola Aubone, más la orreguista María de los Ángeles Moreno.
Los tres comparten una misma situación: ninguno será reelecto. Y eso marca un quiebre epocal, en un Congreso acostumbrado a las reelecciones y a las figuras que lograron sostenerse elección tras elección en una banca.
A decir verdad, Moreno, la orreguista, entró como última suplente de la lista que encabeza Fabián Martín. Harían falta varias carambolas para que terminara otra vez en el Parlamento.
Pero Moreno -dirigente del bloquismo disidente de Juan Domingo Bravo– ya fue beneficiaria de la buena fortuna en el pasado. Llegó a la banca cuando renunció Susana Laciar en diciembre de 2023 para asumir la intendencia de la Capital y la radical Alejandra Leonardo, que le seguía en la nómina, resignó su derecho por quedarse en la Legislatura.
¿Qué dejó en sus dos años de mandato la diputada Moreno para el beneficio de los sanjuaninos y las sanjuaninas? Un tránsito en el más absoluto silencio. Ningún proyecto relevante que haya trascendido. Ninguna participación memorable en alguno de los debates parlamentarios.
Lo que sí hizo fue votar en riguroso alineamiento con el orreguismo, subordinada siempre a la batuta de la diputada Nancy Picón. Y eso no es poco en el malón de los congresales donde, de vez en cuando, aparece algún voto inesperado, flojito de convicciones.
Moreno es el típico caso de ‘sin pena ni gloria’. No estuvo bien, pero tampoco estuvo mal. Estuvo. Y funcionó al servicio de los intereses del gobierno de la provincia. Fue un instrumento del orreguismo. Para eso llegó y fue consecuente con su rol asignado. En la historia su mención será solo eso. Un renglón.
Los peronistas Allende y Aubone llegaron de manera diferente a Moreno. Compartieron fórmula en 2021 cuando todavía era gobernador Sergio Uñac y le ganaron apenas por un punto y medio a Susana Laciar. Fue el comicio que presagió el cambio de mando que sucedió dos años más tarde, en 2023.
Para Allende fue su reelección como diputado nacional. Aubone había sido hasta entonces ministra de Gobierno y, de todas las opciones uñaquistas, se impuso ella para integrar la lista. El rendimiento en las urnas fue bastante mezquino.
Allende se hizo notar en el Congreso como opositor al macrismo. Combatió los tarifazos. Fue a la Justicia para enfrentarse a Ecogas e incluso a Enargas. Fue durante todos estos años un miembro activo de la Comisión de Minería.
El nuevejulino conservó el vínculo con el gobierno provincial más allá de cambio entre Uñac y Orrego, así como nunca perdió el diálogo con José Luis Gioja. Ese juego libre le costó padecer una mirada recelosa de parte de los peronistas más extremos. Pero las canas les validaron la autonomía. Y sellaron también su salida en 2025.
Aubone pasó de un altísimo perfil como funcionaria del gabinete provincial a un inesperado bajísimo perfil como diputada nacional. Se perdió en la muchedumbre del Frente de Todos. Votó siempre alineada al mandato de su partido. No mucho más. Estuvo donde tenía que estar. No mucho más.
La ex ministra autora de la Red Tulum no dejó participaciones memorables en el debate parlamentario. Paulatinamente se fue recluyendo. Su exposición pública se fue apagando. Su trayectoria en el Congreso pudo extenderse por al menos un mandato más, pero se truncó apenas cumplidos los primeros cuatro años.
Los tres diputados que se van representan la foto del 2021, cuando el peronismo todavía dominaba electoralmente la provincia pero empezaban a encenderse las señales de un cambio incipiente. En el mismo sentido, los tres electos el próximo domingo marcarán el estatus del presente, en un contexto absolutamente diferente.
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