
05 Ago 09:01h
Que desde San Juan se haya anunciado la inversión más grande de la historia de Argentina y que esa inversión esté vinculada al cobre, da cuenta de la potencia con que se aproxima este tren. La espera está marcada por las tensiones. Cada cual aguarda su vagón, en guardia, atento para subirse a tiempo.
La descripción les cabe a los empresarios -de toda escala- y a los funcionarios.
El country manager de Vicuña Corp., José Morea, sacudió el tablero con el anuncio de un RIGI de características inéditas por su volumen, en una rueda de prensa de la que participaron periodistas de todo el país convocados en San Juan por el evento organizado por Panorama Minero, Argentina Cobre 2025.
El directivo de la empresa propietaria de José María y Filo del Sol dijo que en breve presentarán un proyecto para inscribir en el régimen de incentivo a las grandes inversiones. Y que será ‘la mayor inversión extranjera de la historia argentina’.
No le puso cifra. Lo hizo, a continuación, el ministro de Minería de San Juan, Juan Pablo Perea. Dijo que serán alrededor de 15.000 millones de dólares. No hay antecedente de una inversión de ese calibre en ninguna otra área. Ni siquiera el petróleo.
Morea no confirmó el monto pero tampoco desautorizó a Perea. Lo dejó implícito. Si el gobierno provincial hizo ese cálculo, tiene asidero. A Vicuña le sirve el impacto de la noticia. La minería no solo se realiza en la alta montaña. También tiene un costado financiero indispensable. Y en este territorio, el de los capitales, las buenas noticias son un activo tan valioso como el mineral mismo.
San Juan fue el punto epicentral de esta noticia. Pero hubo otros hechos asociados que marcaron la expectativa por la anhelada explosión del cobre.
El otro tema que sobrevoló la primera jornada fue el desarrollo de los proveedores locales. Si el tren llega cargado de contratistas foráneos, habrá conflicto. La armonía social también es un activo fundamental para la minería. Precisamente por esa razón San Juan califica tan alto como destino de inversiones.
Lo dijo el gerente general de Los Azules, Michael Meding: hoy San Juan es como Nevada, en Estados Unidos. Sobran las aclaraciones.
Este otro gigante cuprífero, ubicado en Calingasta, también diseña un proyecto apto para el RIGI por unos 3.000 millones de dólares. Son los calibres de la minería que viene.
Se explica solo, sin necesidad de mucho esfuerzo, el interés del gobierno de Javier Milei por acelerar los tiempos de una actividad que, por naturaleza, demora. Nada es inmediato. Todos los plazos son largos.
La urgencia de Milei por acumular reservas tiene remedio a través de las inversiones mineras. Por eso alguna empresa, como Gualcamayo, patalea por la demora en la aprobación de su propio RIGI. Una fuente calificada reveló a este periodista una conversación en duros términos mantenida días atrás por el histórico referente minero sanjuanino Ricardo Martínez y el secretario de Minería de Nación, Luis Lucero, al respecto.
Saldrá finalmente, en algún momento. Mientras tanto, la espera desespera.
Lucero dijo este lunes en San Juan ante ese auditorio repleto de empresarios que la minería es central en el modelo libertario. Los empresarios respondieron luego, en un panel que reunió a Morea con Meding, Javier Robeto de Altar, Ricardo Dessy del Citi Group y Alejandra Cardona de la CAEM, con un pulgar bien alto. Hay clima de negocios favorable. Hay viento a favor.

Pero nada sucederá de un día para el otro.
En paralelo, los gobernadores. Los cinco mandatarios provinciales que se reunieron en torno al encuentro del cobre coincidieron en la necesidad y en el entusiasmo por la minería. Pero cada uno lo hizo bajo sus propios términos.
El mendocino Alfredo Cornejo alardeó con el proyecto San Jorge, que todavía se encuentra en etapa de consulta pública, pero él lo presentó como el primero que entrará en producción en Argentina. ¡Notable coraje para vaticinar minería metalífera en una provincia arisca a este tipo de actividad extractiva!
Cornejo, que ya cerró un acuerdo electoral con Milei en su provincia, se deshizo en halagos para el presidente. Pero después habló el salteño Gustavo Sáenz, con su melena estilo Martín Miguel de Güemes. Alguno por ahí dijo: ‘se olvidó el poncho’.
Lo que no olvidó fue el reclamo de mayor federalismo. Les echó en cara a los funcionarios nacionales la falta de reciprocidad de Nación con las provincias que más colaboraron para la aprobación de la Ley Bases y, por lo tanto, el RIGI en el Congreso. Nación les contestó desmantelando Vialidad. Inexplicable.
La lealtad es un camino de ida y vuelta, espetó Sáenz. Al lado suyo, sobre el escenario, el vicejefe de Gabinete, José Rolandi, puso expresión de fastidio.
Cerró Marcelo Orrego, el dueño de casa. Habló de los consensos y de la necesidad de generar confianza. Confianza de un lado y confianza del otro también. Porque si las inversiones llegan finalmente, pero los proveedores locales la ven pasar, entonces el costo habrá sido en vano.
PELADO STREAM
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