
30 Jul 15:01h
En un mundo donde las trayectorias profesionales suelen ser lineales, la historia de Pablo Montemurro emerge como un faro de divergencia y propósito. Este ingeniero, que a sus 34 años ya ha recorrido un camino poco convencional, decidió «colgar el título» de su primera vocación para abrazar el poder de la palabra, la escucha y la interacción humana.
En una íntima conversación con «Pelado Stream», Montemurro desgranó los momentos clave que lo llevaron a transformar su vida y dedicarse a lo que realmente lo apasiona.
La bisagra en Francia: un propósito redefinido
La historia de Pablo Montemurro tomó un giro decisivo a sus 23 años, mientras realizaba una pasantía como ingeniero en la multinacional Canon en Francia. Su trabajo consistía en optimizar la logística interna, reduciendo miles de metros de recorrido en el manejo de piezas, lo que se traducía en la disminución de personal, justamente sus compañeros y amigos. «Me di cuenta que mi trabajo en realidad era reducir el personal, que eran mis amigos. Eso me chocó de tal manera que me empecé a preguntar si ese era mi propósito de vida», confesó Montemurro.
Esa revelación fue la chispa que lo reconectó con lo que siempre estuvo presente en su vida: las historias. Inspirado por su abuela, escritora, y por una carta póstuma de su padre que se convirtió en un «legado de la palabra», Pablo decidió que su camino estaba en otro lado. Así nació Pigmaleón, un proyecto que busca desarrollar habilidades socioemocionales en niños a través de la narración de cuentos.
Tras finalizar su pasantía, y aunque le ofrecieron continuar, Montemurro regresó a San Juan, su tierra natal, un lugar por el que siente un profundo arraigo. Decidido a materializar su visión, presentó su proyecto Pigmaleón en una convocatoria del centro Ana Frank en Argentina, resultando ganador y obteniendo un viaje a Holanda. Más tarde, llevó su iniciativa a Nicaragua y Costa Rica, donde, financiándose con la venta de libros artesanales, empezó a cobrar por sus relatos.
«Cuando la segunda persona me llama, le dije: ‘No, te cobro 100 dólares’. Y no me llamaron durante tres semanas. Ahí fue cuando quería volver para decirles: ‘No, voy por 20, por favor'», recordó entre risas, para luego comprender el valor de su arte.
El arte del narrador oral y la psicología social
¿Qué es ser un narrador oral? Para Montemurro, es ser un «facilitador de la palabra». Se trata de contar historias sin leerlas, estableciendo un contacto visual con el oyente, utilizando la comunicación verbal y no verbal para dibujar personajes sin llegar a ser teatro o stand-up. «Me gusta tocar fibras que generalmente queremos evitar», admitió, refiriéndose a emociones como la angustia o la tristeza, que la sociedad occidental nos ha enseñado a reprimir.
Montemurro busca generar un espacio de vulnerabilidad y confianza, compartiendo sus propias experiencias para que los demás se animen a contar las suyas. Su objetivo no es solo la risa, sino también la conexión con historias olvidadas o guardadas, que pueden brindar herramientas para resignificar lo vivido y encontrar soluciones en el presente. «Hace falta eso hoy en día en el mundo», sentenció, abogando por retomar el tiempo para la escucha y la conexión humana.
Complementando su faceta de narrador, Pablo también se formó como psicólogo social, una tecnicatura superior que le permite comprender y trabajar con grupos. Si bien no ejerce como tal, estas herramientas le son invaluablemente útiles en sus interacciones y actividades, permitiéndole interpretar las dinámicas grupales y generar espacios de revinculación.
El legado de la palabra: una historia personal y un llamado a la acción
La ruta de Pablo Montemurro, aunque flexible y abierta a nuevas puertas, está firmemente anclada en el propósito de la palabra y la apertura de espacios donde las historias de vida sean el eje. Desde la escritura de guiones y libros (ya lleva tres publicados, incluyendo uno sobre 54 mujeres emprendedoras de Iglesia), hasta la dirección de una diplomatura en oratoria y talleres de «recuerdo el relato», su trabajo gira en torno a la oralidad.
Curiosamente, a pesar de su giro vocacional, Montemurro no reniega de su formación como ingeniero. Si pudiera volver el tiempo atrás, volvería a elegir Ingeniería Industrial. ¿Las razones? La amistad forjada en la universidad, la estructura de pensamiento lógica y matemática que le brindó para su proyecto artístico y empresarial, y la convicción de que necesitaba adquirir habilidades duras para complementar sus innatas habilidades blandas. Una decisión «rara a la hora de elegir, pero era mi pensamiento», dijo, reafirmando su esencia «divergente».
Para cerrar la entrevista, Pablo Montemurro compartió una historia profundamente personal, el relato de su enojo con Dios a los dos años y medio por la pérdida de su padre, su búsqueda de un nuevo papá, la llegada de un hermano, y el hallazgo de una carta de su padre que lo transformó. En la misiva, fechada el día de su segundo cumpleaños, su padre hablaba de su aceptación de la muerte. «Ese día entendí que la palabra trasciende tiempo y espacio, que me permitió hablar por primera vez conscientemente, no siendo tan chico, con mi papá y saber quién era, no el que me decían que era», relató con emoción.
Este momento clave lo llevó a escribir para trascender y a comprender que la palabra es fundamental para generar vínculos duraderos. Su mensaje final es un llamado a la acción: «Que hablen, que se animen a contar, que necesitamos espacios donde las personas puedan sentirse escuchadas, que dejemos de correr un ratito, hagamos un paréntesis y nos volvemos a conectar con lo importante».
Montemurro invitó a recuperar la sobremesa, el asado, y a dejar el celular de lado para volver a conectar con lo que realmente nos define como seres humanos.
PELADO STREAM
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