
29 Sep 07:57h
La crisis de la compañía galletera Tía Maruca se profundiza con el cierre de su fábrica en Chascomús, provincia de Buenos Aires, y la cesantía de 27 trabajadores, a quienes se les notificó que recibirían una «compensación económica» en lugar de las indemnizaciones correspondientes. Esta drástica decisión fue comunicada el jueves al mediodía por el director de recursos humanos, marcando un nuevo y preocupante ajuste en la estructura de la empresa, que en agosto detuvo su planta en San Juan durante una semana.
El sorpresivo cierre desató un fuerte impacto en la pequeña localidad bonaerense de 35 mil habitantes y puso en alerta a los 27 empleados. Los trabajadores quedaron «desafectados» de manera abrupta y sin telegramas, por lo que reclaman la intervención estatal urgente para garantizar una respuesta inmediata que les permita sostener a sus familias.
Tras la notificación, dos camiones retiraron materia prima de la planta, a pesar del pedido de los empleados de detener el vaciamiento hasta que se resuelva su situación laboral.
El último viernes se realizó una audiencia en el Ministerio de Trabajo bonaerense. El encuentro había sido convocado originalmente por el atraso en el pago del medio aguinaldo, pero el cierre de la fábrica cambió el escenario hacia un reclamo por la situación laboral de los cesanteados.
Este cierre se suma a la delicada situación que atraviesa Dilexis, la administradora de la marca Tía Maruca en Albardón, San Juan. A fines de agosto de 2025, la fábrica interrumpió su producción durante siete días y envió a 300 empleados a vacaciones obligatorias debido a un sobrestock de productos y la caída del consumo en el mercado interno.
Aunque la empresa presentó la medida como una parada estratégica para optimizar inventario, la noticia generó inquietud debido a las demoras en el pago de salarios que los trabajadores ya enfrentaron en mayo y en la última quincena de agosto. El secretario de Industria, Comercio y Servicios de San Juan, Alejandro Martín, confirmó en ese momento que la situación de Dilexis era un reflejo de la que enfrentaban otras industrias nacionales con foco en el mercado interno.
La medida en Chascomús refleja la profunda crisis financiera que la compañía arrastra desde hace años, pese al cambio de manos.
En 2024, el grupo Argensun Foods, dueño de Pipas, adquirió el 50% del paquete accionario de Tía Maruca y tomó el control de la compañía. Alejandro Ripani, el fundador que lanzó la marca en 1998, se mantuvo como socio minoritario.
La compañía ingresó en concurso preventivo de acreedores en 2019 debido a deudas millonarias y arrastró problemas de retrasos salariales. El cierre de Chascomús deja a Tía Maruca con menos capacidad productiva, concentrada ahora en cuatro plantas (dos en Luján y dos en Ituzaingó).
Tía Maruca adquirió la planta sanjuanina Dilexis en 2017, la cual antes operaba la multinacional Pepsico, llegando a controlar cerca del 5% del mercado nacional de galletitas en ese periodo.
La paralización en San Juan y el cierre en Chascomús evidencian que el cambio en la estructura accionaria no revirtió los problemas de fondo que enfrenta la galletera, cuyo futuro productivo es cada vez más incierto.
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