17 Jun 08:35h
Fue razonable que Jorge Cocinero resignara competir en ballotage. La suerte quedó echada el 11 de junio al quedar prácticamente consagrado con 50 puntos el actual rector Tadeo Berenguer. Fue razonable también que Cocinero eligiera hacer el anuncio un día feriado nacional, para minimizar la repercusión de su renunciamiento. O el reconocimiento de la derrota.
La historia contará que fue la segunda vez que Cocinero perdió con Berenguer. La historia también demandará hacer una lectura en perspectiva. De eso se trata en esta ocasión.
Consagrado, el rector reelecto hizo una declaración pública en la que puso en valor el modelo que se impuso. Un modelo de defensa irrestricta de la universidad pública. O de resistencia al ajuste libertario de Javier Milei. Ese era precisamente el signo de esta elección.
Ni lerdo ni perezoso el senador Sergio Uñac posteó su beneplácito por el resultado en la Nacional de San Juan. Una lectura inocente diría que fue solo eso, un saludo a la comunidad universitaria. Sin embargo hubo otro sentido político y fue la enorme tentación de interpretar que esta elección se puede extrapolar al escenario de octubre.
La verdad es que no tiene ni tendrá nada que ver una cosa con la otra. Primero, porque nunca funcionó de esa manera la Universidad Nacional de San Juan.
Esta casa de altos estudios tuvo lógicas propias, frecuentemente a contrapelo de lo que pasaba puertas afuera. Demostró en más de una oportunidad que tiene microclimas y que está blindada contra los vientos que soplan desde el exterior. Tanto es así que cada vez que un gobernador intentó involucrarse y apoyar explícita u ocultamente a alguno de los candidatos, ese candidato perdió.
La única verdad es la realidad. Berenguer cargó toda esta campaña con su alineamiento justicialista.
Cocinero le recordó en más de una oportunidad a Berenguer su simpatía con el kirchnerismo, que militó por la candidatura de Sergio Massa y que buena parte de sus funcionarios están abiertamente alineados con Cristina Fernández a través de Juan Grabois.
Posiblemente el nombre más potente en este sentido sea el de Lucas Molina Rojo, el secretario de Bienestar Universitario. Es un dirigente cercano al Frente Patria Grande y uno de los funcionarios más poderosos que tiene hoy esta casa de altos estudios.
Nada de esto le pesó a Berenguer. Por el contrario, sus casi 50 puntos en primera vuelta son la demostración más cabal de que tiene el sustento suficiente para seguir adelante. Seguramente le resultó de gran utilidad la embestida libertaria de este último año y medio.
Cocinero no tuvo éxito con su discurso, que habló más de optimizar el gasto que de combatir la motosierra de Milei.
Esa postura de responsabilizar a las autoridades universitarias por una mala administración no le alcanzó. Terminó pintado voluntaria o involuntariamente con el color violeta. Y ese violeta no llegó a los 30 puntos. Fin.
En el medio quedó otro peronista confeso, Guillermo Velasco. Fue un candidato curioso porque surgió como la reacción de un sector del justicialismo universitario que temía que Berenguer cayera catastróficamente y que terminara ganando Cocinero.
Finalmente el decano de Arquitectura quedó lejos, con unos 22 puntos. Su caudal era el que estaba disponible para repartir en la segunda vuelta. Como su voto era abiertamente más compatible con Berenguer que con Cocinero, era lógico que Cocinero finalmente desistiera.
El ballotage tenía final cantado. Con un punto y medio más, Berenguer era rector.
Ahora bien, el apuro de Uñac de acoplarse a esa victoria universitaria merece un llamado de atención. El peronismo puede comerse la curva si entiende que el mensaje de las urnas en la Nacional de San Juan se puede trasladar linealmente a los comicios de octubre.
La diversidad del padrón electoral es mucho mayor en los comicios generales que en un claustro académico. Resulta obvio. Pero, como se ha dicho aquí en más de una oportunidad, a veces a lo obvio hay que decirlo:
La victoria de Tadeo no es contagiosa.
PELADO STREAM
Sin comentarios