La ‘demonización’ del Estado y los caños de ‘la corrupción’

15:45h

Por Miguel Martín

Periodista/Consultor

¿Hay alguna relación entre la demonización de las funciones del estado y los actos de corrupción que muchas veces sorprenden desde la investigación y difusión que hace el periodismo? Creemos que sí.

Javier Milei impuso un discurso en el que defender las funciones del Estado es en el mejor de los casos troglodita, atrasa y merece una caterva de insultos degradantes solo festejado por un grupo minúsculo que se enorgullece de sus limitaciones y mezcla likes y retwitts, aplaudiendo lo que no conocen o va más allá de la General Paz.

Día a día vemos cómo con, decreto tras decreto, un equipo económico despedaza organismos históricos de la Argentina como el INTA, la Universidad Pública, el INPRES, el INV, el INA CRAS o Vialidad Nacional, por citar algunos.

¿Era necesario o estaba justificado?, nace como una primera pregunta o nos respaldamos en la creencia de que al presidente le falta un tornillo pero tiene en claro que va a cumplir con su promesa de campaña: destruir el Estado desde adentro.

Los +50 o +60 siempre escuchamos hablar a nuestros padres y abuelos de la decadencia moral de la clase dirigente argentina y también de la provincia. ¿Tendrá algo que ver con todos los hechos de corrupción con los que nos despertamos todos los días y que muchas veces no nos da tiempo a indagar un poco más porque uno nuevo y más grande se superpone o lo tapa?

Roban, pero hacen…

¿Es suficiente argumento creer que como la corrupción viene desde hace tiempo y no hay forma de evitarla, lo que importa es reclamar e insistir que cumplan con el ‘hagan algo…’? ¿Tendrá algo que ver por qué llegamos al concepto de casta?

Creo que indagar en estos conceptos nos puede permitir encontrar algunas de las explicaciones del por qué nos pasa lo que nos pasa.

La demonización del Estado es uno de los caminos que lleva más rápido a hechos de corrupción -y a los ciudadanos a tener que ir observando y sin salvavidas entender cómo lo que era bueno, deja de serlo y lo que era malo, ya no es taaan malo-.

Así por ejemplo ya no sabemos si era bueno un acueducto como el Gran Tulum para mejorar la cantidad y calidad del agua que tomamos mientras se destapa el hedor de esos caños que a esta altura parecen más de cloacas porque se compraron varias veces, con comisiones inexplicables a los ‘Monti del poder’.

En San Juan hemos logrado afianzar muchas veces las palabras corrupción y demonización, con una tercera que se llama ‘impunidad’ y que es indispensable para que el sistema se consolide y funcione las veces que tenga que funcionar.

Y aquí no hay forma de mirar la pasividad de muchos miembros de la Justicia y que pareciera fueron entrenados desde antes de su elección a que los gobernantes hagan lo que se les venga en gana sin tener consecuencias. ¿Tendrá que ver con la forma en que se los elije y la rapidez con la que se disparan los procesos de selección del Fiscal General de la Corte para someterlo a estos procesos aceitados y que lleva a los resultados que todos conocemos?

Costumbres

¿Será que deberemos acostumbrarnos a que esto sea así y sacar el carnet de provincia feudal como hace 50 o 70 años?

¿Será que debemos aceptar la frase que acunó el kirchnerismo de que donde ‘hay una necesidad, hay un derecho’ y que se caracteriza por no tener atado algún tipo de control o explicaciones de dónde provendrá el financiamiento?

Y aquí es donde aparece la palabra ‘urgencia’ como justificador o contexto natural para hechos de corrupción nacidos en un Estado demonizado o ‘bobo’ que es el cómplice natural para hacer negocios multimillonarios.

Los caños…

No hay que ir muy lejos para ver todo lo que se está destapando con los caños de la corrupción -investigación de Tiempo de San Juan- a partir de lo que se ventiló en el juicio que un primo de Sergio Uñac, este famoso primo, le hizo al periodista Osvaldo Benmuyal por sus dichos respecto al enriquecimiento de algunos de los históricos proveedores del Estado, a los que ‘no les cerraba el blanco..’ y pareciera ser que no hablaban de vinos.

La acción judicial puso al descubierto un esquema aparente de corrupción en donde no sabemos si agradecer lo que hizo Gustavo Monti o avergonzarnos de lo que se ventila allí y en obras en distintos departamentos sin que la justicia haya iniciado de oficio algún trámite para ir en paralelo a lo que avergüenza a muchos sanjuaninos.

Siempre fue así…

Cuando en cualquier charla sale este tema es de cajón escuchar que, en los gobiernos bloquistas o radicales, el tema fue igual o peor, confirmando que no venimos teniendo mucha suerte con nuestra dirigencia; por lo que algunos entienden que es más efectivo rezar para que ningún iluminado en Bs As decida hacer recortes en dependencias y organismos que en la mayoría de los casos los argentinos del ‘interior’ solo conocemos.

En esa línea se desarrolla hoy una de las batallas culturales más importantes que le ha tocado pasar a este país y a San Juan, en donde pareciera que nos hacen creer que la mitad de la sociedad se enfrenta con la otra mitad.

¿Es este el país que nos merecemos?

Estamos frente a una de esas batallas culturales que se dan cada medio siglo y que muestran a un líder mesiánico convencido de que recibió de Dios la misión de acabar con el maligno en la Tierra. Frente a otra mitad que carece de conducción alguna. Mientras los ‘Monti’ de la vida buscan licitaciones de caños y amenazan para que nadie los mencione o hable de sus andanzas.

Esta demonización del Estado lleva a la erosión de la confianza pública en las instituciones, al aumento de la polarización política y la dificultad para abordar problemas sociales de manera efectiva. Todos lo saben, aunque muchos miran para otro lado.

¿Será que lo único que nos queda es rezar para que los fiscales y los jueces despierten, los dirigentes entiendan que cada vez que hablen de bien común no significa aceptar la corrupción y que cuando hablamos de caños queremos que sean para llevar agua y no que deban se justificativo para negocios multimillonarios?

Redacción PeladoStream
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