
09 Sep 09:45h
El propio Marcelo Orrego les puso freno a los dirigentes de su espacio político que lo empujaban a cerrar cuanto antes un acuerdo con La Libertad Avanza, cuando parecía que Javier Milei era imparable.
El gobernador optó por la autonomía. En ese momento, podía interpretarse como una alternativa conservadora. O un gesto de audacia.
Conservador, porque competir en soledad implicaba atarse a la gestión local, a la vieja usanza bloquista, despegado de los arrastres nacionales. Y audaz, porque darle la espalda a los vientos que soplan desde Buenos Aires siempre tuvo alto riesgo de caer derribado por esos climas irradiados desde el Río de la Plata.
A la luz de los resultados del domingo pasado en provincia de Buenos Aires, Orrego decidió bien. A esta altura, estar atado al gobierno nacional solo sería perjudicial para las elecciones de octubre.
Es una cuestión de puro pragmatismo. Milei quedó sumamente debilitado y necesita más que nunca de la política que tanto despreció. De los gobernadores, que tanto despreció.
De hecho, la primera reacción de la Casa Rosada después de morder el polvo en Buenos Aires fue armar una mesa política -con los mismos de siempre, hasta con los Menem- que incluye una convocatoria a los gobernadores.
Tanto tiempo Orrego ofreció gestos de cercanía y colaboración, a través del voto de sus diputadas nacionales, como gestos de indiferencia cosechó del otro lado. La reciprocidad fue prácticamente nula.
Orrego fue, sin ir más lejos, uno de los mandatarios provinciales que firmó el famoso y fallido Pacto de Mayo, el 9 de julio de 2024 en la Casa de Tucumán. ¿Para qué sirvió? Exactamente, para nada.
El alivio fiscal nunca llegó. La provincia perdió todas las partidas nacionales. Todas.
Aún así el orreguismo tuvo referentes que alentaban un entendimiento electoral con Milei en 2025, por puro instinto de supervivencia. Tenían elementos para interpretar que no había otra alternativa. Era eso o quedarse afuera de la disputa.
Milei se ocupó de rivalizar con Cristina y Cristina recogió el guante, en una dialéctica política donde ambos salían ganadores.
Milei crecía en el antikirchnerismo, desplazando a Mauricio Macri a un segundo plano. Y Cristina crecía en la oposición, opacando a todo otro que tuviese pretensiones de liderazgo. Por ejemplo, Axel Kicillof.
Pero, pasaron cosas. Entre ellas, la prisión de CFK. Aunque el efecto victimización se sintió y la expresidenta repuntó en las encuestas, su ámbito se redujo a las cuatro paredes de San José 1111. A mandar audios. A recibir ocasionalmente a los más cercanos.
Mientras tanto, afuera Kicillof impuso su armado y la unidad peronista terminó confluyendo a su alrededor. Por eso el domingo a la noche los muchachos y las chicas cantaban: ‘Axel conducción’. Más claro, imposible.
Pero esta columna no se trata de peronismo, sino del empoderamiento de los gobernadores. Algo así le sucedió a Orrego. Solo tuvo que esperar lo suficiente para que se apagara la ola violeta.
El consultor Maximiliano Aguiar ratificó este lunes una presunción que este periodista venía deslizando en la víspera. En entrevista con Gastón Sugo, Aguiar dijo que el escenario de tercios originalmente previsto mutó a un escenario polarizado, porque La Libertad Avanza tiende a caer.
La nueva polarización emerge entre Orrego y el peronismo. El reconocimiento empieza a ser mutuo. Del oficialismo provincial al PJ y viceversa. Tendrán que romper el pacto tácito de no agresión en algún momento. ¿Lo harán?
Un alto dirigente orreguista, muy cercano al gobernador, dijo a este medio que si el peronismo sale a pegarlo a Marcelo con Milei, la respuesta será pegar a Cristian Andino no solo con Cristina, sino también con Sergio Uñac.
Según las mediciones que maneja el oficialismo, el exgobernador mide por debajo de la expresidenta. Por lo tanto, todo lo que pueda cosechar Andino estaría condicionado también a esa herencia política.
Será interesante observar cómo se desarrolla esta guerra fría, donde no hay armas nucleares. Pero todo funciona como si las hubiera.
PELADO STREAM
Sin comentarios