Ibarra y la fábula del cocodrilo soberbio

09:29h

Una fábula es un relato corto que finaliza con una moraleja: una enseñanza de vida. La definición le cabe con exactitud a la entrevista de Mauricio Ibarra en Pelado Stream. De ahí salió el título de esta columna.

Primero, la moraleja. Al gobierno provincial, Ibarra le recordó que ‘cocodrilo que se duerme es cartera’. Y a la oposición, le refrescó los pecados recientes y su alto costo político: ‘Todas las veces que el peronismo abusó de la soberbia no le fue bien’.

De ahí salió la fábula del cocodrilo soberbio, ficcionada para esta ocasión con licencia periodística.

Decirle al orreguismo que no se duerma implica reconocer que si se mantiene despierto no habría chances de desplazarlo del poder. Mientras Marcelo Orrego mantenga el vínculo con la ciudadanía y un alto grado de aprobación, al resto del arco político solo le quedaría coexistir hasta que le llegue el turno.

Es casi la descripción de lo que le pasó al peronismo. Durante 20 años fue imbatible, mientras conservó el buen romance con el electorado. Bajo la óptica de Ibarra, la soberbia le costó la derrota al justicialismo. Y recién entonces se abrió la ventana para el cambio de gobierno.

Esa rotación sucedió en 2023 y nadie sabe cuánto tiempo durará el nuevo orden. Hoy al peronismo le toca ocupar el lugar que le tocó al basualdismo durante dos décadas.

Entonces, al gobierno, que no se duerma. Y al peronismo, que recuerde su pecado de soberbia. ¿Quién o qué le da a Ibarra la autoridad para repartir consejos cual Martín Fierro?

Tal vez, su propia historia. Ibarra arrancó su vida política en la unidad básica. Desde ahí construyó una carrera que escaló de concejal a intendente y de intendente a diputado nacional.

Pero en el camino tuvo desencuentros con la conducción partidaria. Fue así que se acercó a los dirigentes que hoy rodean a Marcelo Orrego. Fue cuando rompió con José Luis Gioja y se asoció con Roberto Basualdo.

Ibarra tiene un recorrido sinuoso que, en política, no siempre es un demérito. Por el contrario, hoy lo exhibe con orgullo. Se define a sí mismo como un hombre del sistema. Él es el sistema. Significa que no solo puede, sino que debe hablar con todos. Vincularse con todos.

Por ese rasgo, durante el primer tramo del gobierno orreguista, Ibarra fue el nexo con el uñaquismo. Funcionó como vaso comunicante, incluso en los momentos de peor tensión.

Sergio Uñac se recostó en las habilidades de Ibarra para tejer la nueva conducción partidaria en 2024, que quedó en manos del veinticinqueño Juan Carlos Quiroga Moyano.

Pero esa confianza se quebró a fin de año, cuando el ibarrismo se negó a ocupar la diputación que dejó vacante el kirchnerista Horacio Quiroga por fallecimiento.

Le correspondía asumir a la Defensora del Pueblo, Florencia Peñaloza. Pero ella prefirió quedarse donde estaba. Y eso le habilitó la cuarta banca al bloquismo. Piñón para el uñaquismo que, lisa y llanamente, perdió un voto en el recinto.

La negativa de Peñaloza se interpretó como una jugada de Ibarra. Bastó para que se cortara la comunicación con Uñac. Hasta hace algunos días que volvieron a hablar. Porque la política es así. Los rencores no duran toda la vida. Y la necesidad tiene cara de hereje.

Empoderado por su juego líbero, Ibarra se permite ver y escuchar en todas las direcciones. Hoy no hay demasiadas opciones tampoco. Está el peronismo de un lado y el orreguismo del otro. Como viene pasando hace 20 años, solo que en posiciones invertidas.

De esa experiencia acumulada sale el aprendizaje. Y la fábula del cocodrilo soberbio.

PELADO STREAM

Daniel Tejada
hola@peladostream.com.ar
Sin comentarios

Comentar