
12 Jun 09:47h
¿Es la política la solución a los dramas del país y la provincia? ¿O Argentina volvió al kilómetro cero de aquel estallido del 2001, cuando sonaban las cacerolas al compás del ‘que se vayan todos’?
Cambian los tiempos pero el bucle parece repetirse cuando el presidente de la Nación habla pestes de los políticos, todos caídos dentro de la indeseable letrina de la casta. Javier Milei vocifera y cosecha aplausos. Hay que decir todo.
Para Marcelo Orrego la respuesta es categórica. Es con más política como se sale adelante. Lo dijo en presencia de un puñado de funcionarios al inaugurar la ampliación del centro de salud Rolando Conturso, en Marquesado, esta semana.
‘No debemos olvidarnos nunca de dónde venimos: venimos de la política, venimos a servir. La política es la herramienta más poderosa para ayudar a quienes no pueden resolver sus problemas solos’, dijo el gobernador.
Nuevamente se refirió a la justicia social, un concepto arraigado en la doctrina peronista en la que se formaron los hermanos Orrego. La misma justicia social que se traduce en obra pública y otras medidas populares como el boleto escolar gratuito.
El contraste con el ideario libertario es notable. Para el presidente y el escuadrón que lo sostiene, la justicia social es una aberración. Todo lo popular es tildado de populista. Todo lo colectivo, solo es interpretado como una maniobra del zurdaje empobrecedor.
Nada más lejos de Orrego. El gobernador no es un dirigente de izquierda. A ningún sanjuanino habrá que explicárselo. Pero si lo fuera no tendría nada de malo. No sería digno del exterminio. ¿Hay que aclararlo? Sí, hay que hacerlo, porque en redes sociales estas expresiones de aniquilación del otro ya son moneda corriente. Peligrosamente.
La frase de Orrego en defensa de la política llegó perdida en una gacetilla de prensa oficial. Pero tuvo un peso estratégico, sobre todo teniendo en cuenta el año electoral. Si algún funcionario tenía alguna duda o le faltaba alguna coordenada, la recibió en ese mismo instante.
La condena a Cristina Fernández de Kirchner tuvo onda expansiva. Sería inocente pensar que la corrupción es patrimonio exclusivo de un sector. La diferencia está en el tratamiento que recibe cada uno en los tribunales. Dudas hay en todas las direcciones.
El problema se agrava cuando los discursos políticos empiezan a tentar a la suerte con acusaciones de corrupción cruzadas, como ocurrió hace un par de semanas en San Juan, entre orreguismo y uñaquismo. Alguien evidentemente le puso paños fríos a la cosa y no escaló más allá del formalismo de una serie de pedidos de informes.
La sesión que supuestamente iba a ser explosiva se liquidó con una votación silenciosa. Los pedidos de informes por las contrataciones del uñaquismo pasaron a comisión. Se harán los pedidos de documentación. Se cumplirá con el reglamento. Las carpetas quedarán por ahí.
Todo tenderá a quedar en la nada, como sucedió con aquella comisión investigadora de la obra pública que auditó los números de la gobernación de José Luis Gioja. ¿Qué se hizo con todo el material reunido? Se le preguntó al diputado actuarista Gustavo Usín en Pelado Stream.
La documentación quedó ahí, disponible para que la vaya a revisar el que tenga ganas. Y si llegara a encontrar alguna inconsistencia, que se dirija a la Justicia. Hasta ahora no se hizo.
No se trata de despreciar la transparencia. Ni mucho menos de ningunear el acceso a la información pública. Sino de advertir que el manejo irresponsable de las denuncias cruzadas termina dañando al sistema completo, porque luego resulta muy difícil distinguir.
Si son todos iguales, entonces ¿de qué sirve ir a votar? El enorme ausentismo en las elecciones realizadas durante el primer semestre en Argentina dan cuenta de este descreimiento. Es grave.
La última frontera es la defensa de la democracia. Y la democracia se defiende con el voto de las mayorías en conjunción con las minorías. El derrotismo no es opción. Guste o no, es con más política. Siempre.
PELADO STREAM
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