En este mundo, la neutralidad ya no es lo que era

20:11h

El escenario geopolítico actual se caracteriza por crisis constantes, profundas y cada vez más frecuentes. En medio de estas tensiones bélicas, como los conflictos entre Israel e Irán, y Ucrania y Rusia, los estados están redefiniendo o abandonando un rasgo que tradicionalmente les confería un estatus de privilegio: la neutralidad.

Sergio Guzmán, politólogo y columnista de Pelado Stream, explica que la neutralidad, definida en la Conferencia de La Haya de 1907, es una condición jurídica que los estados deben expresar taxativamente. Es decir, deben manifestar explícitamente su voluntad de no participar en un conflicto. Si un estado no lo expresa, no es neutral, sino «no beligerante», una distinción semántica con implicaciones diplomáticas significativas. La declaración de neutralidad confiere derechos, como la integridad territorial y la libertad de comercio con todas las partes, pero también obligaciones, como la asistencia humanitaria.

La exigencia de neutralidad a Ucrania: Un juego de ajedrez geopolítico

Un ejemplo claro de esta mutación en la neutralidad es la exigencia de Rusia a Ucrania para que se declare neutral como condición para un alto el fuego. Esta declaración, en el derecho internacional, implicaría que Ucrania no podría formar parte de alianzas militares como la OTAN, que es precisamente lo que Rusia busca evitar. Este movimiento estratégico de Rusia demuestra cómo la neutralidad se ha convertido en una pieza clave en el complejo tablero de ajedrez de las relaciones internacionales.

Neutralidades «con pintitas»: Cooperación y abstención constructiva

Tradicionalmente, países como Suiza, reconocido por su neutralidad desde la Convención de Viena de 1815, y Finlandia, con su extensa frontera con Rusia, han sido ejemplos de estados neutrales. Sin embargo, la invasión rusa de Ucrania ha despertado temores que están transformando estas posturas.

Suiza, por ejemplo, ejerce lo que sus propios diplomáticos denominan «neutralidades cooperativas». Si bien no participa en el conflicto, apoya las sanciones impuestas por la Unión Europea y Estados Unidos a Rusia. «Es un neutral con pintitas», señala Guzmán, evidenciando que la neutralidad ya no es un concepto absoluto, sino que admite matices de cooperación y alineación. De manera similar, Irlanda mantiene una «abstención constructiva», una variante semántica que, en el ámbito diplomático, posee un peso considerable.

Incluso la capacidad de un país para ser neutral varía según su ubicación estratégica y relevancia global. Mientras que países como Costa Rica, que no tienen ejército, son considerados neutrales dada su irrelevancia estratégica en los conflictos globales, otros como Finlandia, Suecia o Austria, a pesar de su neutralidad, mantienen ejércitos robustos para su autodefensa. México, por su parte, se destaca en América Latina por su postura neutral, sin enviar tropas ni participar en conflictos.

Argentina: Del pragmatismo histórico a la pérdida de un privilegio

Argentina, con sus poco más de 200 años de historia, ha mantenido tradicionalmente una actitud diplomática de distancia y equidistancia frente a los conflictos internacionales. Durante la Primera Guerra Mundial, bajo la presidencia de Hipólito Yrigoyen, el país se declaró enfáticamente neutral por razones pragmáticas, lo que le permitió comerciar con ambos bandos y obtener ventajas económicas sin condicionamientos ideológicos. Durante la Segunda Guerra Mundial, la famosa «tercera posición» del gobierno de Perón también buscó mantener márgenes de autonomía en las negociaciones.

Sin embargo, esta neutralidad se vio forzada al final de la Segunda Guerra Mundial por la presión de Estados Unidos, empujando a Argentina a declararle la guerra al Eje. Este episodio resalta un punto crucial: no cualquier país puede permitirse el lujo de ser neutral hoy en día, dada la compleja red de presiones geográficas, económicas y de alineación geopolítica (occidental u oriental).

La Guerra de Malvinas también representó un quiebre en esta línea de neutralidad. En el contexto de la Guerra Fría, Argentina fue percibida como el agresor al confrontar a uno de los hegemones de su propio espacio ideológico, Reino Unido, un aliado clave de Estados Unidos. Esta «torpeza» de la dictadura, al creer que sería asistida por Estados Unidos, impidió que Argentina invocara tratados de defensa colectiva como el TIAR, resultando en una derrota y la pérdida de 649 vidas argentinas.

Guzmán concluye que Argentina ha abandonado una situación que históricamente fue un privilegio: la capacidad de ser neutral. En un mundo donde las definiciones clásicas de neutralidad han mutado en «cooperativas» y «abstenciones constructivas», la elección de tomar partido implica un costo y una pérdida de autonomía que pocos países pueden solventar. La humanidad, en este momento, está escribiendo una historia donde la neutralidad, tal como la conocíamos, ya no es lo que era.

PELADO STREAM

Redacción PeladoStream
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