
08 Jul 09:13h
Un refrán popular sintetiza el mejor argumento de Fabián Martín para rechazar una candidatura a diputado nacional: mandarlo al Congreso sería tanto como desvestir un santo para vestir otro. Clarísimo. ¿Pero es inapelable?
No, no es inapelable. Por eso el vicegobernador, en Pelado Stream, terminó subordinándose al interés superior del proyecto. En definitiva, el decisor final es y será Marcelo Orrego. Y Martín, como hizo en 2023, asumirá el lugar que le toque, aunque el desarraigo no le termine de cerrar.
«Lo veo poco probable», dijo el vice, pero inmediatamente reconoció que estará donde sea necesario. Sin embargo, dejó un argumento sólido para desalentar las especulaciones.
Este argumento tiene que ver con el refrán de desvestir un santo. Hoy Martín ocupa un lugar importante en la arquitectura del poder. Tal vez invisibilizado para el ojo común, pero tremendamente relevante para la sostenibilidad del gobierno.
Desde el 10 de diciembre, ha sido el gran constructor de consensos en esta Legislatura donde el oficialismo tiene solo un tercio de diputados y diputadas propios. El resto hubo que trabajarlo, votación a votación, para consolidar una mayoría circunstancial y transitoria.
Esto último es muy relevante. La mayoría construida por el orreguismo, gracias a la muñeca política de Martín, no es permanente. Hoy el oficialismo goza de buena salud; su vínculo con la opinión pública es altamente positivo. Pero son todas variables precarias: el humor social va y viene.
El que no lo crea, que le pregunte a Sergio Uñac.
Mantener los canales de diálogo abiertos con todos los sectores de la oposición y tejer alianzas en el recinto ha sido la gran tarea de Martín desde que comenzó la gestión. Así terminaron acompañando desde los bloquistas hasta el massista Franco Aranda y el gramajista Gabriel Sánchez, por citar apenas tres ejemplos; hay más.
Es cierto que el poder siempre es tentador, pero si no hay gestos de seducción, difícilmente pueda prosperar la relación. Martín supo cuidar meticulosamente ese «zaguaneo» con los opositores dialoguistas.
Si tuviera que partir rumbo al Congreso, Orrego perdería ese buen oficio en la Legislatura. Quien le sigue a Martín en la cadena de mando hoy es el macrista Enzo Cornejo. Tienen confianza en él, pero no es lo mismo. Desde el arranque, no pertenece a Producción y Trabajo. El «paladar negro» importa mucho en esta administración, muchísimo.
¿De dónde salen las versiones de que Martín podría ser candidato a diputado nacional? De las conjeturas naturales, dada la proximidad del cierre de listas previsto para el 17 de agosto. Queda apenas poco más de un mes.
Orrego necesitará una figura lo suficientemente fuerte como para capitalizar la imagen del gobierno provincial en medio de la feroz polarización entre libertarios y kirchneristas que baja desde Buenos Aires.
Aunque el gobernador mide bien en todas las encuestas y sigue siendo el dirigente mejor valorado por los sanjuaninos, muy despegado del resto, trasladar esa adhesión a un candidato propio nunca será sencillo.
Por eso emerge la figura de Martín como una de las alternativas que brindan cierta seguridad. Nadie podría dudar de la relación directa entre uno y otro.
Pero sería desvestir un santo para vestir otro.
Por eso Martín rápidamente desplegó un abanico de nombres posibles, además del suyo. Mencionó a ministros y a intendentes. Entre los ministros, dos empezaron a sonar, sin más sustento que las conjeturas de la precampaña: la titular de la cartera de Gobierno, Laura Palma, y el titular de Familia y Desarrollo Humano, Carlos Platero.
Es puramente especulativo.
Entre los intendentes, Martín admitió que hay uno en particular que está transitando su segundo mandato y tiene una alta imagen positiva entre sus vecinos. De yapa, es el hermano menor del gobernador: comparten apellido. Obviamente, se refirió a Juan José Orrego.
A «Kanki» no lo enloquece la idea de dejar el municipio para asumir una banca en el Parlamento, pero es un soldado de la causa y está listo para jugar si esa fuera la indicación de Marcelo.
El ciudadano de a pie podría preguntarse: ¿Qué motivo tiene un dirigente para rechazar una candidatura a diputado nacional? El más común es la pérdida de territorialidad. Radicarse en Buenos Aires implica enfriar los vínculos con San Juan. Y eso, para quien lleva la política en la sangre, siempre será una pérdida.
PELADO STREAM
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