
22 Sep 09:19h
Por momentos la realidad se confunde con la ficción. Pasa en el mundo y pasa en Argentina. Mucho más, en contexto preelectoral. A partir de este lunes, quedan cinco semanas para ir a votar por legisladores nacionales. Cinco semanas en globo, de Julio Verne a Javier Milei.
Cinco semanas en globo fue la primera novela del escritor francés, escrita en 1863. Fue la primera de una saga de viajes extraordinarios. Describió una aventura llena de suspenso a bordo de un globo aerostático. La metáfora argentina se cuenta sola, ¿verdad?
La semana pasada el Banco Central tuvo una hemorragia de 1.100 millones de dólares para frenar la corrida cambiaria. Y el riesgo país superó los 1.400 puntos básicos. Pero eso no fue nada.
El viernes por la tarde/noche, el presidente en Córdoba festejó los resultados económicos y le echó la culpa de la inestabilidad al riesgo de que la oposición peronista/kirchnerista/zurda pueda ganar las elecciones del 26 de octubre. Dijo que si La Libertad Avanza se impone, entonces habrá pasado el temporal.
Bajo esa lógica, todo sería cuestión de esperar nomás a que el globo llegue a destino superando la turbulencia. Pero el problema parece ser un poco más profundo.
El problema de los mercados parece girar en torno a una duda que no tiene que ver con los kukas, sino con el gobierno libertario. Y se traduce en la siguiente pregunta: ¿Podrá Argentina pagar los vencimientos de deuda en enero del año que viene si se están desangrando las reservas ahora para atenuar la corrida con tal de llegar a octubre?
Para Milei esta incertidumbre tiene una sola raíz: es lo que él denomina ‘el partido del Estado’. Es toda la dirigencia política -salvo él, por supuesto- que conspira contra el modelo. Sería como las tribus hostiles que describió Verne en su novela sobre el viaje en globo.
Los mandriles, diría Milei. Esa fauna que hay que domar. Toda una jerga literaria para librar la batalla cultural. En la misma definición hay una bomba, un autoatentado.
Seguir azuzando el enfrentamiento con la dirigencia política en vez de construir un consenso mínimo es garantía de conflicto. Y el globo se puede pinchar. Acaso no lo tuvieron que emparchar un par de veces ya, para evitar que se venga a pique. Acaso no está cayendo y por eso Milei espera desesperadamente el salvataje de Donald Trump.
El auxilio no solo se busca afuera, sino también en adentro, en las provincias.
El viernes estuvo en San Juan el nuevo ministro del Interior, Lisandro Catalán. Es un político de carrera, con el oficio adquirido de manera transversal en distintos gobiernos. Juró la semana pasada y de inmediato se puso manos a la obra con una misión fundamental: reparar los vínculos rotos.
Por eso vino a domicilio para suavizar la relación con Marcelo Orrego. El gobernador sanjuanino fue colaborador en extremo con La Libertad Avanza en el primer año y medio de gestión. Pero ese lazo se rompió y hoy son adversarios en la carrera electoral.
Orrego mandó a sus dos diputadas nacionales a votar a favor de la ley de jubilaciones, la ley de financiamiento universitario, la ley de emergencia pediátrica, la ley de emergencia en discapacidad y la ley de distribución de Aportes del Tesoro Nacional (ATN).
A todas las vetó Milei. En todos los casos Orrego mandó a insistir. El costo político de ir en contra de jubilados, personas con discapacidad, pediatría y universidades es altísimo. ¿Por qué razón se pondría al hombro esa batalla el gobierno provincial?
Habría una sola razón para hacerlo: que Nación descomprima la asfixia y destrabe las partidas pisadas para obra pública y programas especiales. Pero hasta ahora no pasó. Y Milei se encargó de ratificar en cada oportunidad que nada de eso cambiará.
¿A qué vino Catalán entonces? A emparchar. Faltan cinco semanas en globo.
PELADO STREAM
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