
11 Mar 12:26h
‘En San Juan siempre fueron dos para el primero y uno para el segundo’. La frase le pertenece a un veterano de la política, en una conversación privada, mate en mano. Para este referente opositor, en 2025 no habrá escenario de tercios, aunque abunden los consultores que pronostican lo contrario.
No es poca cosa. La partición relativamente equitativa de 2023 permitió que tanto los libertarios como los justicialistas y el orreguismo pudiesen llevarse una porción en la Cámara Baja del Congreso. Así se hicieron de sendas bancas José Peluc, Jorge Chica y Nancy Picón.
Anticipar que ese reparto no se repetirá en octubre implica que uno de los tres espacios se quedará afuera. Será La Libertad Avanza, el Partido Justicialista o Producción y Trabajo. Sin atenuantes.
Este diagnóstico impactará en la toma de decisiones, por supuesto. De hecho, el veterano dirigente que lanzó la profecía todavía tiene una cuota de poder en el ajedrez del peronismo sanjuanino.
No es un solitario. Incluso quienes lo repelen pueden coincidir con ese panorama preocupante. Abundan los justicialistas que, desapasionada y discretamente, reconocen algo de temor. ‘Hay que reconstruir todo’, admiten. Incluso comparan el PJ actual con el del regreso de la democracia: derrotado en todos lados y urgido de renovación.
‘Hay que reconstruir todo’, admiten. Incluso comparan el PJ actual con el del regreso de la democracia: derrotado en todos lados y urgido de renovación.
El ascenso del veinticinqueño Juan Carlos Quiroga Moyano a la presidencia partidaria no sirvió todavía para remendar la grieta uñaquista-giojista. Por el contrario, el uñaquismo sufrió un nuevo desprendimiento a cielo abierto.
Mauricio Ibarra pasó de ser el armador predilecto de Sergio Uñac, uno de los puntales para la coronación de Quiroga Moyano, a un paria deportado. Su pecado fue rechazar la banca que le tocaba a Florencia Peñaloza en reemplazo del kirchnerista Horacio Quiroga -fallecido en diciembre del año pasado- por conservar para sí la Defensoría del Pueblo.
Esa jugada le restó un voto al PJ (y aliados). Y le sumó un cuarto legislador al bloque bloquista de Luis Rueda.
El cisma entre Uñac e Ibarra merece una nota aparte. En este análisis, basta citar el caso para entender que el PJ, lejos de haberse recuperado con la nueva conducción de Quiroga Moyano, siguió hundiéndose en las divisiones.
Con el peronismo apartado del poder y sus intendentes muy condicionados por la malaria económica, la falta de liderazgos claros representa la frutilla del postre.
Aún así, hasta ahora hubo quienes sostenían que el escenario de tercios les garantizaba al menos una banca en 2025. Pero si ese cálculo también se les cae, entonces el alerta pasa de amarillo a naranja.
Más que nunca quedan a expensas de su puntería para remendar en tiempo récord los retazos de un movimiento numeroso pero disperso. Pero no solo eso. También quedan atados a la suerte de los oficialismos.
El PJ debe remendar en tiempo récord los retazos de un movimiento numeroso pero disperso. Pero no solo eso. También queda atado a la suerte de los oficialismos.
Si Javier Milei conserva sus 50 puntos relativos, podrá arrastrar a cualquier candidato anónimo como ya sucedió en 2023, cuando todavía no era presidente. En cambio, si el León patina, el efecto se trasladará también a las urnas.
Está claro que el principal activo del líder libertario es haber anclado la inflación, a fuerza de ajuste y de intervención en el mercado cambiario. Si perdiera ese activo, el afecto popular buscará otro destinatario. Es historia conocida.
Entonces, para el peronismo, el deterioro de Milei es una apuesta. Como toda apuesta, puede salir o no.
Marcelo Orrego también esta en la mira del PJ, porque -lo reconocen- es el dirigente provincial con mejor imagen. Por lo tanto, será un actor de peso en las elecciones de octubre, a través de su candidato (¿hay que descartar a Kanki?).
El voto de Marcelo se solapa con el de Milei, es verdad. Ambos representan el antikirchnerismo. Pero sería necio reducir la lógica a una cuenta tan infantil. La política no funciona como la aritmética.
Orrego también se quedó con buena parte del voto que alguna vez eligió a José Luis Gioja y a Sergio Uñac. Y ese caudal es el que termina definiendo hacia un lado o el otro.
Dos lados. No tres.
PELADO STREAM
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