01 Dic 09:00h
¿A quién le importa que Mauricio Ibarra pida tomar distancia de Cristina Fernández de Kirchner? Sería solo un antojo individual si no fuera el reflejo de una reacción en cadena a nivel nacional. Como de costumbre, el PJ sanjuanino no es inmune al contagio.
Al peronismo le dio Cristinitis con pronóstico reservado.
En Pelado Stream, Ibarra repitió lo que ya le dijo a Sergio Uñac en privado: ‘No es con Cristina’. Hay que dejarla ir. Hay que soltar la devoción por el balcón de San José 1111 y la tobillera o no habrá chance de construir el regreso al poder.
Ibarra habló a título personal. Pero sus conclusiones no son extraordinarias, sino producto de su trabajo de operador de tiempo completo. Tiene diálogo con todos y todas. Charla hasta con los que no lo quieren y le reprochan sus vaivenes. Sus vínculos no se agotan en lo provincial, claramente. Es el traductor de una corriente que baja desde el puerto.
El cimbronazo que les pegó Javier Milei el 26 de octubre en Buenos Aires encendió una luz amarilla. Si La Libertad Avanza fue capaz de revertir los 13 puntos que había quedado abajo en la elección del 7 de septiembre en poco más de un mes, la ola violeta tiene toda la potencialidad de seguir creciendo.
En esa lógica, Ibarra concluye que el partido mayoritario hoy en Argentina es el antiperonismo. Otra vez. Como desde 1955 en adelante. No se discute la justicia o la injusticia de este brote social, sino simplemente se toma nota de la realidad. La gente está enojada con el peronismo y es capaz de votar incluso a un verdugo con tal de no volver al pasado.
Ibarra se monta en ese razonamiento para poner sobre la mesa una discusión que parece haber quedado expuesta finalmente: hay que soltar amarras y dejar que Cristina ocupe el lugar que le de la historia, para mirar hacia adelante con actores nuevos.
Todo lo que tenga olor a pasado, seguirá condenado a la reprobación social. Es PP: puro pragmatismo. ¿Y la lealtad con Cristina? Bueno, como dijo el General: primero la Patria, después el movimiento y por último los hombres. O las mujeres. O Ella en este caso.
Volviendo al punto inicial, lo que diga Ibarra podría ser el pataleo de un sanjuanino suelto y nada más. Pero esta vez da la impresión que Ibarra está alineado con los vientos que soplan desde otras latitudes. Si hasta el santiagueño Gerardo Zamora, ultraK hasta ayer, está inscribiendo su bloque propio en el Congreso totalmente desmarcado de CFK, las circunstancias están a la vista.
La fractura de Axel Kicillof con La Cámpora que lo alumbró y los mil pedazos en que se partió Unión por la Patria abonan la idea de que es tiempo de refundar lo que vendrá, sin la mochila de lo que fue.
Paradójicamente, Uñac quiere estar en esa grilla de futuro pero amadrinado por Cristina. ¿Por qué? Por la misma histórica razón: Ella garantiza un piso muy duro de no menos de 20 puntos y nadie dentro del movimiento genera la misma fidelidad.
Quieren los votos de Cristina pero no quieren sus cicatrices, dijo tiempo atrás Máximo, el primogénito.
Uñac, que nunca fue un kirchnerista convencido, fortaleció los lazos con La Cámpora en los últimos años de su gobierno y cuando llegó al Senado siempre conservó el alineamiento K, a través de su amigo Wado De Pedro. Mantuvo el diálogo con Cristina.
Esa trayectoria se combinó con el resultado del 26 de octubre para darle una oportunidad al pocitano. En un contexto de peronismo perdedor por todos lados, que el ex compañero de fórmula de Uñac, Cristian Andino, haya ganado en San Juan, le sirvió de palanca al senador para proyectarse.
La pregunta es: ¿Podría Uñac sobrevivir entre los tiburones del PJ sin el protectorado de Cristina?
Ese es el diagnóstico: Cristinitis con pronóstico reservado.
PELADO STREAM
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